Lejos de una playa estaba un delfín que no tenía nada que hacer y estaba muy aburrido. Un día, paseando al lado de la costa, el mamífero encontró una hermosa caracola de color blanco y dorado. Nadó hasta llegar a ella y la saludó.
- Sal para que hablemos.
Así que la babosa salió del interior, igualmente saludó al mamífero, pero al ver al animal marino, empezó a burlarse de él y le dijo.
- Qué feo eres.
A lo que el delfín respondió.
- ¿Por qué te fijas en las apariencias físicas si lo importante es lo de adentro? Te daré un consejo: No te fijes en la apariencia.
- Pues yo no te haré caso y seguiré fijándome en las apariencias de los demás -dijo el caracol.
- Pues no me hagas caso -dijo el delfín al caracol- allá tú.
Más tarde, el mamífero vio pasar al animal con su caracola dañada y le preguntó:
- ¿Qué te pasó? -y el otro respondió.
- Resbalé y terminé cayendo y se destrozó mi caracola. ¿No te burlarás de mí?
A lo que el delfín respondió:
- No, ¿por qué lo haría?
- Porque ahora estoy destrozado y soy feo -contestó el otro.
- Eso no es malo, ni mucho menos es algo para burlarse.
Moraleja: No debes discriminar a las personas por su apariencia física.
Daniel Robles Duarte
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