Un bebé nació en una aldea muy pequeña. Tenía los ojos grandes, la piel de un tono amarillento y la cabeza enorme; en cuanto a su cuerpo, era muy pequeño.
Conforme la madre criaba a la niña, se dio cuenta de que no contaba con sentimiento alguno, pues solo tenía deseos de comer y comer.
Ella le preguntaba
- Hija mía, ¿qué te parece el día? -La niña no respondió nada- Niña, ¿acaso no me hablaras? ¿sólo sabes comer? ¿Eres una niña monstruo?
Y la niña no dijo una sola palabra, ni tan siquiera se movió.
Entonces su madre le encerró debajo de su casa color café, en el sótano.
- Te quedarás aquí para que nadie en la aldea te vea.
Todas las noches ella robaba ganado a escondidas de sus vecinos para alimentarla, así fue como la sacó adelante en secreto. Una noche robó un pollo, al día siguiente sacó un cerdo. Y así continuó durante algunos años.
Hasta que un día estalló una epidemia en la aldea que mató a todos los animales que quedaban y también murieron muchas personas. Los aldeanos que sobrevivieron a la epidemia abandonaron el pueblo, porque pensaban que la culpable de la desgracia era la vecina.
- La culpable de todo esto es esa bruja, la de la casa café, siempre ocurren cosas extrañas todas las noches -dijo un aldeano.
- ¿Qué casualidad qué se desaparecen los animales?, algo anda mal -exclamó otra.
Y así todos llegaron al acuerdo de abandonar la aldea, que creían que estaba maldita por esa bruja. En consecuencia, se fueron. Excepto la madre que no pudo dejar sola a su hija, así que decidió quedarse con ella.
Para calmar a su hija que lloraba de hambre, un día se cortó una pierna y se la dio.
- Calma, hija mía, yo te cuidaré, así sea lo último que haga -Y lloró con ella también.
Después de eso, fue su brazo el que terminó cortado, y así hasta que le cedió todas sus extremidades, sólo se quedó más que con su torso. Entonces se acercó a ella para que la comiera. En ese momento, la niña monstruo la abrazó con ambos brazos con fuerza y habló por primera vez.
- Mamá, eres tan cálida.
- Hija mía, sí tiene sentimientos, me he equivocado todo este tiempo. Lo único que querías era amor, no comida. Perdón.
- Te amo, madre.
Maura Concepción Ochoa Carrera
1 ° A
No hay comentarios:
Publicar un comentario